14 feb 2011

Va de cine

Lo he pensado en contadas ocasiones, y distanciadas en el tiempo pero, salvo una sola vez, no lo logrado llevar a cabo. Hay ciertas cosas, ideas y planes que acostumbramos a hacer en compañía de otros, tal vez por la sociedad en la que vivimos o, preferiblemente por nuestra propia experiencia vital. En este caso, concretamente, me refiero al hecho de ir al cine. ¿Cuántas veces me he perdido esa película de argumento estremecedor, o la que me llamaba la atención por su título, o las de un elenco de primera y directores extraordinarios? Muchas. Demasiadas.

No soy una gran cinéfila, cosa de la que no me enorgullezco, pero me gusta el cine. El arte de escribir historias, saberlas proyectar, interpretar y escenificar me hacen sentir y si eso no es magia, sin duda se acerca mucho. Hay muchos tipos de films y momentos y personas para cada uno de ellos. Me gusta ver humor acompañada de amigos jubilosos, disfrutar de películas que sorprenden por su alta calidad de sencillez con personas de gran carácter humano, deleitarme con el cine fantástico que esconde pasmosas moralejas con ese alma simbiótica, incluso las de ciencia ficción y compartir con gente que admira los efectos especiales. Y es maravilloso compartir impresiones y charlar sobre el filme al salir de la sala con los camaradas que lo han visionado contigo, pero también lo es el poder, querer y saber hacerlo sólo, mejor dicho, con uno mismo. Existen argumentos intimistas que sutilmente llegan a algún recoveco de mí donde producen un dolor que, más lejos de lastimar, avivan mi espíritu. Así, esta clase de crónicas prefiero verlas en mí compañía, y no por ello eximo a mis estimados, tal vez se trate del influjo de lo que he dado en llamar onanismo cultural. Eso sí, ahora toca hacer un planning de cine con Vanessa. Y la ausencia de éste es lo que hace que no haya visto ninguna de las películas nominadas a los Goya de este año.

No me cabe duda de que el cine español es bueno, a mí me gusta. Por otro lado, soy una especie de actriz frustrada y de ahí mi don para hacer el payaso, para lanzarme a cantar en el momento más inesperado o a bailar al son de cualquier melodía que penetre con duende por mis venas. Algo denominado pánico escénico me impidió e impide intentar algo más allá del mero disfrute espontáneo. Por eso, vivo con gran intensidad todo lo que envuelve el séptimo arte, el teatro, un concierto, sobre todo los reconocimientos, premios, homenajes… Los siento míos, quizás porque comparto esa sensibilidad me encanta seguir la gala de los premios al cine español.
Domingo lleno de agujetas, falto de sueño, diferente desde la hora de su inicio, prometía ser corto y breve más no fue así. A pesar de los inconvenientes aguanté hasta las 00:30h viendo los Goya y no me arrepiento. Llena de humor, como viene siendo un tópico, de momentos más tiernos y hasta de comedia musical, me gustó mucho. Destaco el premio al mejor documental, “Bicicleta, cuchara, manzana”, la realidad de la enfermedad que más sinsentido y tristeza me provoca de manos de su protagonista Pascual Maragall, cuya presencia me sorprendió favorablemente, y el dulce testimonio de su mujer. También la estatuilla a la mejor actriz revelación, que fue para la niña de "Pa Negre", Marina Comas que fue incapaz de articular palabra de la emoción inocente. De igual manera, el de mejor actor y no por su trabajo en sí, sino porque me llamó la atención su expresión humilde ante las palabras de Lola Dueñas –qué actor tan generoso, honrado, profundo y valiente-, y algo así como que deja lo fácil para los demás cargando la difícil consigo… Joder, Me emocioné yo! Recalco el momento musical porque los ojos me hicieron chiribitas al ver a Hugo Silva en el escenario, cantando y bailando… Uauuu, me encanta! Y ante todo, en un premio que me hizo soñar, no por ambición, tal vez por vocación. La categoría que siempre he valorado pero que, quizás, este año sienta más cerca, la de mejor maquillaje y peluquería, que fue para "Balada triste de trompeta". Sería una bonita manera de participar en cine, teatro y demás, detrás de las cámaras, en la trastienda, hasta detrás del propio espectador, siendo un eslabón…

Ufff, pero para eso he de practicar, trabajar, perseverar más y más… y mientras tanto, ir a ver esas películas al cine, también en casa. Sola y tan bien acompañada, también.

3 comentarios:

  1. Ya sabes lo que opino, onanismo cultural

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  2. Kou, no. No sé lo que opinas. No escribo una afirmación contundente... De hecho, al final lo dejo abierto.

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  3. yo tb vi la gala. Para mi fue "normal" y cada año me desilusiona: siempre son los mismos. Los nominados se repiten y se repiten en las diferentes categorías...joder! realmente son los mejores? No creo, bueno, estoy totalmente segura de que no. Supongo que hay pocas oportunidades. (Luis Tosar mil vueltas a Hugo Silva, fue lo mejor de la Gala, y encima canta bien!)

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