11 nov 2011

Una tarde en el Museo

Ayer por la tarde no tenía planes y, después de dos intentos fallidos, me dispuse a quedar conmigo misma. Hacía tiempo que quería conocer un lugar atractivo para mí, cual Cementerio de los Libros Olvidados, un espacio donde combinan misterio y belleza, el Museo del Perfume.
Una galería de arte, una exposición de talento y pasión por el mundo del perfume y los diseños de sus recipientes, cuya evolución cronológica y geográfica queda exhibida. Desde el Antiguo Egipto, pasando por las civilizaciones griega y romana, al Renacimiento -Venecia y Florencia eran las capitales de los perfumes-, hasta llegar a la perfumería comercial, que ya empezó en el S.XIX y cuyo imperio pasa a ser Francia, convirtiéndose en industria con la llegada al trono de Napoleón.

                                                        Recipientes de EGIPTO

                                                        Vidrios romanos

Esencieros del S.XIX

Una de las cosas que más me llamó la atención a nivel anecdótico, fueron unos pendientes, bastante grandes, de aro y con una especie de botafumeiro colgando, donde se metían algodones impregnados en perfume de manera que, al quedar a la altura del cuello, perfumaban toda la zona. Toda una estrategia!!! Además, me parecieron preciosos.

Así como las vasijas de perfume para la venta a granel de éste, al más estilo barril de vino de las tradicionales bodegas. Datan de 1920-1930.

Y cómo no, los más clásicos frascos de grandes firmas y también los actuales. Muchas de ellas desconocidas para mí.
Fue una gran visita, si no tanto para mi olfato, para mi imaginación, pues el paso del tiempo, con sus hechos, personajes y esencieros,  te hacen sentir que cada uno de ellos tiene alma. El alma de quien lo creó, la historia de quien lo compró, y las pasiones de quien en su piel lo llevó.

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